And the little one said: Roll over / Y el pequeño dijo: Dese la vuelta

La versión en español está después de la versión en inglés.

THERE’S A SONG FROM MY childhood that I don't think My-Mother-The-Dowager-Duchess knows. Most of my friends have been unfamiliar with it, but I always enjoyed it and love to share it with new generations. I thought of the song this morning — with good reason.

Today is Corpus Christi. It's an Andalusian holiday. And, yes, there was a procession. This one didn't come by our house, however. It proceeded from the Cathedral at 8:30 in the morning and continued with a large schedule of events in the Plaza de San Francisco. I didn't want to miss any of the procession, especially since Great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-great-Grandpa San Fernando (the most important paso in the procession) was going to be paraded through the streets in an ermine cape (not that I was specifically thrilled about the ermine cape). I set my alarm for 7:00.

I woke up during the night and rolled over to check the time. What I didn't realize was that I was already right at the edge of the bed. There was nothing remaining to roll over onto — except the floor.

The bed has a heavy wood frame that creates a small ledge along the sides. It's got a hard, sharp edge (sharp, if you're descended, as I am, from the princess of "The Princess and the Pea"). I hit my leg on the wood frame before sliding from there to the wood floor, hitting my head and shoulder as I landed.

My head, neck, and shoulder simply hurt. The leg wasn't pretty. The only adhesive bandages ("plasters") we had were small, so I created a patchwork to cover the cut and scrapes and went back to bed. I didn't sleep. At 7:00, I rolled out of bed — much more carefully — slid a pair of jeans over the achy, pulling, patchwork, and headed out for the festivities. I walked 10 minutes there, spent more than 2 hours watching the processions, and then walked back to meet San Geraldo for breakfast. (He had slept through my entire mishap.) By this time, the hodge-podge of bandages were painfully pulling at skin and hair.

After breakfast, Nurse San Geraldo went to the store and picked up a collection of gauze, cloth tape, and adhesive bandages. This time around, I used ointment and did a slightly better job patching myself up. (San Geraldo wanted to do it for me, but I insisted.) Given the sizes and positions of the cut and scrapes and the sizes of bandages San Geraldo could find at the only store open on this holiday, the patch-job looks absurd. And it doesn't adhere well, except to the hair on my leg. But it's definitely better than before.

We had lunch downstairs and, when I told Teré what I had done, she burst out laughing (although she tried really hard not to). After lunch, Jerry went upstairs and I stayed to pay the bill. As I walked out the door, Teré called loudly to me in Spanish. "Be careful." She then smiled wickedly and continued "in bed!" It may have done wonders for my reputation. I received some [admiring] glances.

Tomorrow I'll share with you what I saw on the streets this morning — despite my injuries. Right now, I need some ibuprofen and a nap. I'm fine, Mom.

HAY UNA CANCIÓN DE MI infancia que no creo que mi-madre-la-duquesa-viuda conozca. La mayoría de mis amigos no lo han conocido, pero siempre lo disfruté y me encanta compartirlo con las nuevas generaciones. Pensé en la canción esta mañana, con razón.

Hoy es Corpus Christi. Es una fiesta andaluza. Y sí, hubo una procesión. Sin embargo, éste no pasó por nuestra casa. Partió de la Catedral a las 8:30 de la mañana y continuó con una nutrida agenda de actos en la Plaza de San Francisco. No quería perderme nada de la procesión, especialmente desde Tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara-tatara El tatara-tatara-tatara-abuelo San Fernando (el paso más importante de la procesión) iba a desfilar por las calles con una capa de armiño (no es que me emocionara específicamente la capa de armiño). Configuré mi alarma para las 7:00.

Me desperté durante la noche y me di la vuelta para comprobar la hora. De lo que no me di cuenta fue de que ya estaba en el borde de la cama. No quedaba nada sobre lo que rodar, excepto el suelo.

La cama tiene un marco de madera pesada que crea una pequeña repisa a los lados. Tiene un borde duro y afilado (afilado, si eres descendiente, como yo, de la princesa de "La princesa y el guisante"). Golpeé mi pierna contra el marco de madera antes de deslizarme desde allí hasta el piso de madera, golpeándome la cabeza y el hombro mientras aterrizaba.

Simplemente me duelen la cabeza, el cuello y el hombro. La pierna no era bonita. Las únicas vendas adhesivas ("tiritas") que teníamos eran pequeñas, así que creé un mosaico para cubrir el corte y los rasguños y volví a la cama. No dormí. A las 7:00, me levanté de la cama, con mucho más cuidado, me deslicé un par de jeans sobre el adolorido, tirando, patchwork, y me dirigí a la fiesta. Caminé 10 minutos allí, pasé más de 2 horas viendo las procesiones y luego regresé para encontrarme con San Geraldo para desayunar. (Se había dormido durante todo mi accidente.) Para entonces, la mezcolanza de vendas tiraba dolorosamente de la piel y el cabello.

Después del desayuno, la enfermera San Geraldo fue a la tienda y recogió una colección de gasa, cinta de tela y vendas adhesivas. Esta vez, usé ungüento e hice un trabajo un poco mejor al repararme. (San Geraldo quiso hacerlo por mí, pero yo insistí.) Dados los tamaños y posiciones de los cortes y raspaduras y los tamaños de las vendas que San Geraldo pudo encontrar en la única tienda abierta en esta festividad, el parche parece absurdo. Y no se adhiere bien, excepto al pelo de mi pierna. Pero definitivamente es mejor que antes.

Almorzamos abajo y, cuando le conté a Teré lo que había hecho, se echó a reír (aunque se esforzó mucho en no hacerlo). Después del almuerzo, Jerry subió las escaleras y yo me quedé para pagar la cuenta. Mientras salía por la puerta, Teré me llamó en voz alta en español. "Ten cuidado." Luego sonrió con malicia y continuó "¡en la cama!" Puede que haya hecho maravillas con mi reputación. Recibí algunas miradas [de admiración].

Mañana compartiré con vosotros lo que vi en las calles esta mañana, a pesar de mis heridas. Ahora mismo, necesito ibuprofeno y una siesta. Estoy bien, mamá.